martes, 10 de noviembre de 2015

CAPITULO 3

Son las 19:07 y Carlos no piensa en ningún momento en su amigo Fran. Solo es Cati quien está en su cabeza. En realidad no sale de ella. ¿Quién dijo que un chico de 4° de ESO no puede enamorarse? Él sabe muy bien que siente por ella. No es atracción. Su pulso se acelera y su nerviosismo aumenta cuando la ve. Moriría por abrazarla, comprarle regalitos como los enamorados, besar sus labios húmedos, decirle te quiero esperando la misma respuesta. Es su sueño, estar con ella. Agarraría su mano para no soltarla jamás. Sabe muy bien que le enseñaría qué es el amor. Pero ahora mismo solo es cuestión de esperar.


Carlos recibe un WhatsApp de su grupo de amigos. Isaac, un chico del instituto va a hacer una fiesta en su casa el próximo sábado. Sus padres se van y la casa es suya. A invitado a todos los cursos de cuarto y bachiller, por lo que seguro que Cati y sus amigas asistirán.


- ¿Cati?
- Si Sofi, dime.
- Te llamo porque Isaac va a hacer el sábado una fiesta en su casa. El chico ese de cuarto que intenta ligarse a cada chica que ve. ¿Vamos? Y así pasamos la noche de ligoteo. Por cierto, va Jonathan. No digo nada, ¿eh?
- Vale. Pero nada de ligoteos como dices. Vamos a pasarlo bien, no a que te vayas morreando con cada chico que te encuentres por la casa. Y no sé que quieres decir con Jonathan. -Jonathan, le encanta. Es un chico de bachiller. Alto, ojos castaños y moreno. Una sonrisa perfecta y personalidad incomparable. Quizá el chico perfecto. Pero sabe que no hay posibilidades de algo entre ellos, hay muchos obstaculos y uno de ellos es una chica rubia con ojos azules nueva este año. La chica perfecta para el chico perfecto.
- Ya, claro. Nada nada, no quiero decir nada. Voy a llamar a estas para avisarlas también. Luego nos vemos, un beso.

Y cuelga antes de que Cati diga nada. Su amiga Sofi es un poco loca. Pero tiene un corazón muy valioso. Cati, Sofi, Marta y Raquel son amigas desde pequeñas, muy pequeñas. Y nadie las ha separado nunca. Pero... ¿Qué sabe lo que les depara el futuro?


Fran ya está en casa. Antes llegó a casa de Carlos, y ambos han conversado sobre los motivos por los cuales Fran no ha llegado y Carlos no ha contestado a las llamadas.
Tumbado en su cama, Fran coge el móvil. Siente ganas por hablarle a Miriam, preguntarle qué tal está. Pero también siente que lo mejor es estar así. Sin hablar. Pero un fuerte sentimiento lo incita a coger el móvil. Marca el teléfono de Miriam, y mientras piensa si da o no a la tecla de llamada, recibe una llamada entrante. "Mamá de Miriam". Vaya, ¿será Miriam llamando desde el móvil de su madre?


- ¿Si?
- ¿Hola? ¿Francisco?
- ¡Si! Digame. - Es la madre de Miriam y se extraña.
- ¡Mi niña! ¡Mi niña! - La voz de la madre suena ronca e inundada en lágrimas.
- ¿Cómo? ¿Qué pasa? ¿Le ha pasado algo a Miriam?


Es la voz de un hombre la que se escucha ahora a través del teléfono.


- Chico, soy Pedro, el padre de Miriam. Ven a casa ahora mismo. No tardes ni diez minutos. ¡Ya!


Cuelgan y Fran permanece con el teléfono pegado a la oreja, perplejo. No sabe que ocurre, pero nada bueno ha debido pasar.

domingo, 8 de noviembre de 2015

CAPITULO 2

    - Fran, la comida ya está preparada. Por favor deja el móvil y ven ya a comer.

Fran pasa la mayoría del tiempo con su móvil, hablando por WhatsApp con su pareja, Miriam. Su relación ya no es la misma desde hace dos meses. Miriam mantuvo una cariñosa conversación con José, uno de los ex-novios de Catalina. Ella no tuvo más remedio que contarselo, su conciencia no hacía mas que recordarle que eso no estaba bien. La confesión provocó que Fran decidiera tomarse unas semanas para pensar las cosas. Aunque decidió darle una oportunidad.

    - Voy a comer. Mi madre me ha llamado ya tres veces y va a acabar quitándome el móvil.
    - Vale. Avísame cuando acabes.
    - No voy a tener tiempo de hablar después de comer. El profesor de historia nos ha mandado un trabajo y voy a empezarlo antes de irme a casa de Carlos.
    - Vale. Cuando vuelvas de casa de Carlos hablamos. Te quiero.
    - Te quiero...

Fran sigue bastante dolido por aquella conversación aunque hayan pasado ya dos meses. Miriam también percata que las cosas entre ellos no están bien. Por eso, debe hacer algo antes de que sea más tarde.

En casa de Carlos...

    - ¿Cati? ¿Qué... qué haces tu aquí?
    - Quería asegurarme que has sido tú quien ha escrito esa carta.
    - ¿Qué carta? ¿Y por qué yo iba a escribirte una carta? ¿Qué pone ahí para que sospeches de mi?
    - Cuando me dejabas los apuntes para estudiar, recuerdo que me costaba trabajo leer bien tu "r" porque la escrbías bastante rara. Y por lo que veo... Lo sigues haciendo.
    - Eso no tiene nada que ver, puede haber más gente que escriba la "r" igual o peor que yo.
    - Carlos, no es para mi infantil que me escribas una cartita en la que pongas lo que sientes, pero si me es infantil que niegues algo que está tan claro.
    - Pues...
    - ¡No! Ya te he dicho que solo venía a comprobar que eras tu quien la ha escrito. Te espero el viernes a las 18:30 en la entrada del parque García Lorca, como acuerdas en la carta. Hasta entonces.

Y sin más, se va. Carlos no dice nada. Solo observa como esa preciosa, de la que lleva tantos años enamorado se va. No parpadea, no dice nada, respira por suerte, pero aún no acaba de creer lo que acaba de suceder en la misma puerta de su casa.

Fran ya ha empezado el trabajo, pero debe parar para vestirse. Son las 17:20 y la casa de Carlos está a diez minutos de la suya, quiere por primera vez ser puntual.

Mientras se viste, su madre llama a la puerta de su habitación.

    - Fran, tienes visita. No tardes en bajar, parece impaciente.
    - ¿Visita? Vale mamá.

Se viste y baja confuso.

    - Hola cariño.
    - ¿Miriam? ¿Qué haces tu aquí? Ya te he dicho que tenía cosas que hacer y he quedado con Carlos.
    - Lo sé y siento presentarme sin avisar, pero Fran, tenemos que hablar.
    - No puedo, ya te he dicho que he quedado con Carlos en diez minutos. Me tengo que ir.

Pero ve como una ligera lágrima se derrama por el rostro de Miriam, y a pesar de todo lo sucedido, no puede verla así.

    - Esta bien Miriam. Espera aquí, voy a subir para llamar a Carlos y decirle que voy a llegar más tarde.
    - Gracias...

Fran no sabe por qué está su chica ahí pero algo importante debe ser.

Después de siete largos minutos buscando su móvil, lo encuentra oculto bajo el libro de historia.

    - Joder. Ya hasta el libro me esconde el móvil.

Fran llama a su amigo Carlos pero este no responde. Tras hacerlo tres veces más, se da por vencido. Quizá se haya quedado dormido, aunque no lo cree. Lo que tampoco cree Fran es que no responde a las llamadas porque su amigo está algo ocupado en una conversación en la puerta de su casa.

    - Ya está. No me ha cogido el teléfono.  Ya se lo explicaré después.
    - Vale. Tu madre me ha invitado a un té. No quería hacerle el feo. En cuanto me lo tome nos vamos.
    - Vale. Esta mujer invita a un té hasta a los de propaganda.
    - No seas así. Tu madre me cae genial.
    - Eso lo dices porque no la tienes todos los días en casa.
    - Te quiero Fran.
    - ¿A qué viene eso Miriam?
    - Necesito decirtelo
    - Viene mi madre...

Después del té y la bandeja de pastas que han comido todos, Fran y Miriam se marchan de casa camino a un pequeño parque de Granada donde quedaron por primera vez hace seis meses.

Hace seis meses...

    - Hola Fran.
    - Hola Miriam.
    - Bueno, estoy bastante nerviosa. Ya no puedo esconderme detrás de la pantalla del MSN. Ahora estamos cara a cara.
    - Pues si. Yo también estoy bastante nervioso. Por cierto, eres mucho más bonita en persona que en fotos.
    - No me digas eso, si no quieres que estalle de nervios. Tu también eres mucho más guapo. -Sin duda alguna es más guapo en persona, lo dicen todo esos ojos azules de Fran y flequillo que se deja caer por su frente.
    - Gracias. ¿Te apetece un helado?
    - Claro, vamos.

Ambos recuerdan ese día y ese momento mientras caminan hasta ese mismo parque. Otra lágrima vuelve a resbalar por la mejilla de Miriam. Fran la observa, y sin temor agarra su mano.

    - Bueno, ya estamos aquí. ¿Qué quieres decirme?
    - Fran. Se que no estas igual conmigo desde que pasó eso hace dos meses. No eres el mismo y tu frialdad me duele.
    - También duele que tu chica borre cada día durante una semana una conversación con otro chico para que yo no la vea.
    - Lo sé. Te pedí perdón y lo seguiré haciendo. Pero Fran, me perdonaste. Y perdonar es dejar atrás lo que hice. Echo de menos tus te quiero de verdad, tu sonrisa cuando me miras, los pellizcos en señal de te quiero... No veo a mi Fran, solo veo una herida mal curada.

Las palabras de Miriam se acompañan de lágrimas, pero a estas Fran ya no responde con abrazos.

    - He sido el chico más feliz a tu lado. Me ha encantado estar todo este tiempo junto a ti. Hemos vivido juntos tantas cosas en solo medio año que escribiría un libro sobre lo nuestro. Pero como todo libro, tiene su final. Y el final ha llegado. Miriam quiero darte las gracias por todo. Tu has hecho lo imposible por mi. Me has sacado de apuros y nunca me has dejado de lado. No has sido la primera chica en mi vida, pero si la mejor. Hemos tenido nuestras cuestas difíciles de subir, pero las hemos subido. También piedras a las que hemos tenido que dar una patadita para quitarlas de nuestro camino. 'Lo importante no es no haber caído nunca, sino caer y saber volver a levantarse'. Esa era tu frase siempre que nos reconciliábamos después de una discusión. Pero esto ya no es una discusión. Ahora nos hemos caído pero no has estado tú para levantarme. Este amor cae aquí y por mi parte se levanta una una bonita amistad. No por ahora, pero si más adelante. Entiende que hay herias que no cicatrizan y aunque esta no haya sido tan profunda, ha sido lo suficiente para infectarse y no sanar. Miriam, te quiero. Pero es mejor así.

Tras el largo discurso de Fran, Miriam se queda llorando, mirando hacia abajo. No responde, solo llora. Nota como ha perdido a su novio, su chico. Todo se derrumba. Nada será igual ahora sin él. Medio año, millones de momentos.

Fran se levanta, se va. Pero antes de hacerlo, borra la frase que hay escrita en un banco con la llave, que ellos escribieron un día. Y seguidamente, escribe otra.

'Nadie dijo que fuera fácil'.

CAPITULO 1

    - Venga, abre su mochila y déjala dentro.
    - No. Hurgar en las cosas de los demás no está nada bien.
    - Vale. Pues déjala encima de su mesa, pero date prisa que si nos pillan aquí metemos la pata pero         bien.
    - Que cagado eres. Si lo llego a saber no te digo nada. 
    - ¿Cagado? No quiero volver a verle la cara al director cabreado. Se parece a mi madre cuando             llego al medio día y no hice la cama por la mañana.



Carlos deja la carta sobre la mesa y los dos salen corriendo antes de que algún profesor los pille allí.

Toca la campana que anuncia el final del recreo y todos los alumnos desganados y otros con apuntes en las manos repasando el difícil examen que les espera ahora, vuelven a sus clases.

Catalina camina hasta su mesa y encuentra un papelito doblado sobre ella.


    - Vaya, ¿y esto?
    - Parece que tienes un admirador secreto.
    - Bah, será cualquier idiota intentando reirse de mi.
    - O cualquier idiota coladito por ti. 
    - Si, o coladito por echarse unas risas.


Catalina abre ese pequeño papelito...


Bueno, creo que esto parece algo ridículo. Escribir una cartita confesando algo tan grande, pero necesito hacértelo saber aunque no conozcas mi identidad.
Catalina, desde sexto de primaria sentí que esto no era cualquier cosa. Te miraba a escondidas. Solía meterme en tus redes sociales para mirar cada publicación que hacías. Pensé que era obsesión, pero pronto comprendí que aun siento pequeño, era algo menos que obsesión y más que amistad lo que sentía. Recuerdo momentos de risa contigo, que no quiero concretar para no darte pistas sobre quién soy, claro que, también recuerdo llegar a casa llorando cuando veía que besabas a otros chicos que no era yo. Alfredo, José, Juan... Pero no yo.
Simplemente te escribo esto para confesarte lo que siento. Quiero pedirte algo. Si quieres saber quién soy, te espero el sábado a las 18:30 en la entrada del parque García Lorca. Pienso contártelo todo y aclararte muchas de las cosas que seguro pedirás. Un besito, te... quiero.
                
                                   Pd: Vas preciosa hoy con ese pañuelo azul. Miento, vas preciosa siempre.


    - Mierda. No debería haberle escrito esa carta, y mucho menos dejársela encima de su mesa. ¿Qué         pensará? ¿Se estará riendo? ¿Se lo habrá tomado a broma?  Maldito Fran. Él me ha convencido           para escribir esa carta y dejarla encima de la mesa de Cati.


Carlos mira la hora en su  Blackberry y comprueba que su amigo llega cinco minutos tarde. Han quedado a las 17:30 para estudiar, y ya se olía que llegaría tarde.

Al fin suena el timbre y baja las escaleras con bastante velocidad. Eso le recuerda a cuando quedaba con Cati para estudiar. Bajaba rápido y nervioso para abrir la puerta cuando ella llamaba al timbre.
Llega a la puerta y la abre furioso, además de haberle convencido para escribir esa carta y dejarla encima de la mesa de Cati, como siempre llega tarde. Pero cuando abre, antes de soltarle el primer reproche a su amigo, observa la figura que tiene ante sus ojos. No es su amigo quien ha llamado a la puerta. ¿Qué hace Catalina ahí?