domingo, 8 de noviembre de 2015

CAPITULO 1

    - Venga, abre su mochila y déjala dentro.
    - No. Hurgar en las cosas de los demás no está nada bien.
    - Vale. Pues déjala encima de su mesa, pero date prisa que si nos pillan aquí metemos la pata pero         bien.
    - Que cagado eres. Si lo llego a saber no te digo nada. 
    - ¿Cagado? No quiero volver a verle la cara al director cabreado. Se parece a mi madre cuando             llego al medio día y no hice la cama por la mañana.



Carlos deja la carta sobre la mesa y los dos salen corriendo antes de que algún profesor los pille allí.

Toca la campana que anuncia el final del recreo y todos los alumnos desganados y otros con apuntes en las manos repasando el difícil examen que les espera ahora, vuelven a sus clases.

Catalina camina hasta su mesa y encuentra un papelito doblado sobre ella.


    - Vaya, ¿y esto?
    - Parece que tienes un admirador secreto.
    - Bah, será cualquier idiota intentando reirse de mi.
    - O cualquier idiota coladito por ti. 
    - Si, o coladito por echarse unas risas.


Catalina abre ese pequeño papelito...


Bueno, creo que esto parece algo ridículo. Escribir una cartita confesando algo tan grande, pero necesito hacértelo saber aunque no conozcas mi identidad.
Catalina, desde sexto de primaria sentí que esto no era cualquier cosa. Te miraba a escondidas. Solía meterme en tus redes sociales para mirar cada publicación que hacías. Pensé que era obsesión, pero pronto comprendí que aun siento pequeño, era algo menos que obsesión y más que amistad lo que sentía. Recuerdo momentos de risa contigo, que no quiero concretar para no darte pistas sobre quién soy, claro que, también recuerdo llegar a casa llorando cuando veía que besabas a otros chicos que no era yo. Alfredo, José, Juan... Pero no yo.
Simplemente te escribo esto para confesarte lo que siento. Quiero pedirte algo. Si quieres saber quién soy, te espero el sábado a las 18:30 en la entrada del parque García Lorca. Pienso contártelo todo y aclararte muchas de las cosas que seguro pedirás. Un besito, te... quiero.
                
                                   Pd: Vas preciosa hoy con ese pañuelo azul. Miento, vas preciosa siempre.


    - Mierda. No debería haberle escrito esa carta, y mucho menos dejársela encima de su mesa. ¿Qué         pensará? ¿Se estará riendo? ¿Se lo habrá tomado a broma?  Maldito Fran. Él me ha convencido           para escribir esa carta y dejarla encima de la mesa de Cati.


Carlos mira la hora en su  Blackberry y comprueba que su amigo llega cinco minutos tarde. Han quedado a las 17:30 para estudiar, y ya se olía que llegaría tarde.

Al fin suena el timbre y baja las escaleras con bastante velocidad. Eso le recuerda a cuando quedaba con Cati para estudiar. Bajaba rápido y nervioso para abrir la puerta cuando ella llamaba al timbre.
Llega a la puerta y la abre furioso, además de haberle convencido para escribir esa carta y dejarla encima de la mesa de Cati, como siempre llega tarde. Pero cuando abre, antes de soltarle el primer reproche a su amigo, observa la figura que tiene ante sus ojos. No es su amigo quien ha llamado a la puerta. ¿Qué hace Catalina ahí?

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